martes, noviembre 28, 2006

Elogio de la mujer brava.

Estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas.

Por: Héctor Abad de Semana.com

A los hombres machistas, que somos como el 96 por ciento de la población masculina, nos molestan las mujeres de carácter áspero, duro, decidido. Tenemos palabras denigrantes para designarlas: arpías, brujas, viragos, marimachos. En realidad, les tenemos miedo y no vemos la hora de hacerles pagar muy caro su desafío al poder masculino que hasta hace poco habíamos detentado sin cuestionamientos. A esos machistas incorregibles que somos, machistas ancestrales por cultura y por herencia, nos molestan instintivamente esas fieras que en vez de someterse a nuestra voluntad, atacan y se defienden.

La hembra con la que soñamos, un sueño moldeado por siglos de prepotencia y por genes de bestias (todavía infrahumanos), consiste en una pareja joven y mansa, dulce y sumisa, siempre con una sonrisa de condescendencia en la boca. Una mujer bonita que no discuta, que sea simpática y diga frases amables, que jamás reclame, que abra la boca solamente para ser correcta, elogiar nuestros actos y celebrarnos bobadas. Que use las manos para la caricia, para tener la casa impecable, hacer buenos platos, servir bien los tragos y acomodar las flores en floreros. Este ideal, que las revistas de moda nos confirman, puede identificarse con una especie de modelito de las que salen por televisión, al final de los noticieros, siempre a un milímetro de quedar en bola, con curvas increíbles (te mandan besos y abrazos, aunque no te conozcan), siempre a tu entera disposición, en apariencia como si nos dijeran “no más usted me avisa y yo le abro las piernas”, siempre como dispuestas a un vertiginoso desahogo de líquidos seminales, entre gritos ridículos del hombre (no de ellas, que requieren más tiempo, y se quedan a medias).

A los machistas jóvenes y viejos nos ponen en jaque estas nuevas mujeres, las mujeres de verdad, las que no se someten y protestan, y por eso seguimos soñando, más bien, con jovencitas perfectas que lo den fácil y no pongan problema. Porque estas mujeres nuevas exigen, piden, dan, se meten, regañan, contradicen, hablan, y sólo se desnudan si les da la gana. Estas mujeres nuevas no se dejan dar órdenes, ni podemos dejarlas plantadas, o tiradas, o arrinconadas, en silencio, y de ser posible en roles subordinados y en puestos subalternos. Las mujeres nuevas estudian más, saben más, tienen más disciplina, más iniciativa, y quizá por eso mismo les queda más difícil conseguir pareja, pues todos los machistas les tememos.

Pero estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas. Ni siquiera tenemos que mantenerlas, pues ellas no lo permitirían porque saben que ese fue siempre el origen de nuestro dominio. Ellas ya no se dejan mantener, que es otra manera de comprarlas, porque saben que ahí -y en la fuerza bruta- ha radicado el poder de nosotros los machos durante milenios. Si las llegamos a conocer, si logramos soportar que nos corrijan, que nos refuten las ideas, nos señalen los errores que no queremos ver y nos desinflen la vanidad a punta de alfileres, nos daremos cuenta de que esa nueva paridad es agradable, porque vuelve posible una relación entre iguales, en la que nadie manda ni es mandado. Como trabajan tanto como nosotros (o más) entonces ellas también se declaran jartas por la noche, y de mal humor, y lo más grave, sin ganas de cocinar. Al principio nos dará rabia, ya no las veremos tan buenas y abnegadas como nuestras santas madres, pero son mejores, precisamente porque son menos santas (las santas santifican) y tienen todo el derecho de no serlo.

Envejecen, como nosotros, y ya no tienen piel ni senos de veinteañeras (mirémonos el pecho también nosotros, y los pies, las mejillas, los poquísimos pelos), las hormonas les dan ciclos de euforia y mal genio, pero son sabias para vivir y para amar, y si alguna vez en la vida se necesita un consejo sensato (se necesita siempre, a diario), o una estrategia útil en el trabajo, o una maniobra acertada para ser más felices, ellas te lo darán, no las peladitas de piel y tetas perfectas, aunque estas sean la delicia con la que soñamos, un sueño que cuando se realiza ya ni sabemos qué hacer con todo eso.

Somos animalitos todavía, los varones machistas, y es inútil pedir que dejemos de mirar a las muchachitas perfectas. Los ojos se nos van tras ellas, tras las curvas, porque llevamos por dentro un programa tozudo que hacia allá nos impulsa, como autómatas. Pero si logramos usar también esa herencia reciente, el córtex cerebral, si somos más sensatos y racionales, si nos volvemos más humanos y menos primitivos, nos daremos cuenta de que esas mujeres nuevas, esas mujeres bravas que exigen, trabajan, producen, joden y protestan, son las más desafiantes, y por eso mismo las más estimulantes, las más entretenidas, las únicas con quienes se puede establecer una relación duradera, porque está basada en algo más que en abracitos y besos, o en coitos precipitados seguidos de tristeza: nos dan ideas, amistad, pasiones y curiosidad por lo que vale la pena, sed de vida larga y de conocimiento.

viernes, noviembre 03, 2006

¿Cómo hiciste para sobrevivir de niño?

Si viviste de niño en los70’s,80’s o principio de los 90’s
Cómo hiciste para sobrevivir??? !!!!!!!!!!!
- De niños andábamos en autos que no tenían cinturones de seguridad, ni bolsas de aire e ir en la parte de atrás de una camioneta, era un paseo especial y todavía lo recordamos…
- Nuestras cunas estaban pintadas con brillantes colores de pintura a base de plomo !
- No teníamos tapas con seguro contra niños en las botellas de medicina, gabinetes, ni puertas …
- Cuando andábamos en bicicleta no usábamos casco, rodilleras o coderas. Y era más padre cuando convertías tu bici en moto con un simple envase de frutsi en la llanta trasera.
- Tomábamos agua de la manguera del jardín, de la llave o donde la encontráramos, siempre y cuando nos quitara la sed, y no de una botella de agua purificada.
- Gastábamos horas y horas construyendo unos carritos de cajas o tubos, y los que tenían la fortuna de tener un amigo con bici, se las ingeniaban para remolcarnos y en la esquina se acordaban que no tenían frenos.
- Después de varios choques aprendimos a resolver el problema. Sí!, nosotros chocábamos con arbustos o caíamos en tierra, no chocábamos con autos.
- Salíamos a jugar con la única condición de regresar antes del anochecer …
- El colegio duraba hasta el medio día, llegábamos a casa a comer después de saborear nuestras jícamas y churritos con chile y limón, a la salida de la escuela …
- No teníamos celular … Así que nadie podía ubicarnos !!!¡¡¡ Impensable !!!
- Nos cortábamos, nos rompíamos un hueso, perdíamos un diente,pero nunca hubo una demanda por éstos accidentes…
- Nadie tenía la culpa mas que nosotros mismos.
- Comíamos bizcochitos, twinquis, pan y mantecadas, tomábamos bebidas con azúcar y nunca teníamos exceso de peso porque siempre estábamos afuera jugando y corriendo.
- Compartíamos una coca entre cuatro (cuando la podíamos comprar y era la botella de vidrio de casi 1 litro)… tomando en la misma botella y nadie se moría por eso.
- No teníamos Play stations, Nintendo 64, X boxs, Juegos de Video, 99 canales de tv en cable, videograbadoras, cine, sonido “surround”, celulares, computadoras, “chat-rooms” en Internet, etc … Sino que:TENÍAMOS VERDADEROS AMIGOS !!!
- Salíamos, nos subíamos en la bicicleta o caminábamos hasta la casa del amigo, tocábamos el timbre… o sencillamente entrábamos sin tocar y allí estabany salíamos a jugar.¡ Ahí afuera !
¡ En el mundo cruel !
¡ Sin un guardián alquilado por papá !
- Hacíamos juegos con palitos, bolas de tenis, jugábamos hoyo, bote pateado, policías y ladrones, tochito, beis, y en algún equipo que se formaba para jugar un partido; no todos llegaban a ser elegidos y no había desencanto llevado a trauma.
- Algunos estudiantes no eran tan brillantes como otros y cuando perdían un año simplemente lo repetían. Nadie iba al psicólogo, al psicopedagogo, nadie tenía dislexia, simplemente repetía y tenía una segunda oportunidad.
-Teníamos Libertad, Fracasos, Éxitos, Responsabilidades…Y aprendíamos a manejarlos.
Algunos, seguro dirán queQue era todo eso?!!! , pero …¡¡¡ definitivamente eramos felices.